P.O.V DE AMELIA
Blake no me había vuelto a tocar desde aquel día, pero no podía librarme de la culpa que sentía. Sabía por qué lo había hecho, pero eso no parecía justificación suficiente para mí. Había besado a otro hombre, había dejado que besara mi piel y aunque había pasado un día entero y me había frotado la piel tan fuerte que se puso roja, todavía me sentía muy sucia.
Desde ayer, Blake silbaba por la casa. Podía decir que estaba contento consigo mismo. Comenzaba a ceder y empezaba a creer que realmente lo amaba, pero todavía no lo había convencido lo suficiente como para que pensara que podía dejarme salir. No lo había pedido aún y no iba a hacerlo para no levantar sospechas.
—¿No tienes hambre? —preguntó, sacándome de mis pensamientos. Estaba sentado en la mesa junto a mí. —No has tocado tu comida. Si quieres otra cosa...