PUNTO DE VISTA DE AMELIA
Lamenté mis palabras en el momento en que vi a los tres guardias que Kaden había arreglado para mí.
Tenía una sonrisa de orgullo en su cara cuando llegaron y resistí el impulso de rodar los ojos. Posiblemente eran los hombres más grandes y aterradores que había visto en mi vida. Uno de ellos tenía tatuajes por todo el brazo, el otro tenía una cara de pocos amigos que podría hacer que un hombre adulto se orinara en los pantalones. El tercero no parecía tan aterrador como los otros, pero su mero tamaño era suficiente para hacer que una persona se detuviera.
—Estos son tus guardias —él les indicó a los hombres frente a mí—. Te llevarán primero a la casa de Clara y después puedes ir a donde quieras.
Cruzé los brazos sobre mi pecho y lo miré inexpresivamente. —¿En serio?
—Dijiste tantos como quisiera. Quería conseguirte cuatro guardias, pero pensé que sería demasiado.
—¿Y no piensas que tres es un poco excesivo?
—Es esto o nada, cariño.