Benjamín reflexionó por un momento y decidió darle una probada de su propia medicina.
Utilizando la cuenta personal de Della, publicó todas las cosas que ella había ocultado en su ordenador. Entre ellas, había fotos de ella trabajando en un club nocturno, su nombre artístico e incluso su etiqueta con el número. También había algunos registros de chat en los que convencía a otras jóvenes para que fueran con ella.
Incluso Benjamín se asombró del contenido que encontró.
Hizo clic con la lengua y lo publicó.
Después de resolverlo, Benjamín se desconectó del ordenador de Della. Esperó a que terminaran las clases y llamó a Lucille de nuevo.
Esta vez, Lucille contestó.
—¿Qué pasa? —Su voz indiferente se transmitía a través del teléfono, y Benjamín inexplicablemente se sintió un poco agraviado.
—Acabo de ayudarte a lidiar con alguien que te estaba difamando, Lucille. Te costó mucho esfuerzo. ¿Por qué no me agradeces? —dijo.
—Oh. Gracias. —Aunque había tanta gente difamándola.