Mientras tanto, cerca de la villa de la familia Walsh...
Llovía a cántaros, y nubes oscuras cubrían el cielo.
El joven de ojos inyectados en sangre caminaba por la carretera con un cuchillo. Sus hombros estaban empapados y sus piernas heridas por haber sido golpeado. Cojeaba al andar, pero se dirigía con firmeza hacia la villa cercana.
Tenía que vengarse. ¡Tenía que hacerlo!
Ronald sujetaba con fuerza el mango del cuchillo en su mano, y su mente se llenaba con el deseo de arrastrar a la familia Walsh consigo.
En ese momento, la lluvia de repente dejó de caer sobre él.
Un paraguas negro se abrió detrás de él.
Ronald estaba atónito. No miró hacia atrás, ni le importó quién sostenía el paraguas por él. Simplemente continuó avanzando.
Un paso, dos pasos.
Cuando finalmente se acercó, la alta pared del patio y la puerta de hierro de la villa de la familia Walsh le bloqueaban el camino.