—¡Qué asco!
Al mirar su postura y tono humildes, Lucille no pudo evitar sentirse avergonzada.
Lucille realmente admiraba a Howard y Zoey. Ellos siempre sabían cómo sacar provecho de su descaro.
Eran insuperables en términos de lo repugnantes que podían llegar a ser.
Lucille se rascó la oreja y preguntó con desgana —¿Ya terminaste? ¿Hay algo más que quieras agregar?
Con tal actitud despectiva, claramente no lo veía como a su padre en absoluto.
Howard estaba tan enojado que quería abofetearla. Sin embargo, al pensar que tenía que pedirle ayuda a Joseph, solo pudo contenerse. Con emoción en su voz, dijo —La compañía está en una crisis tan grande. Si no puedo superarla, lo único que puedo hacer es declarar la bancarrota.
Continuó —No importa qué desacuerdos o distanciamientos hayamos tenido entre nosotros, espero que puedas estar de mi lado frente a una crisis tan enorme, Lucille. Además, ¿cómo podrías guardar tanto rencor cuando te crié con tanto esfuerzo?