Zoey admiraba sus uñas recién hechas. La mirada en sus ojos era codiciosa, fría y mezquina, completamente diferente a su habitual mirada inocente y amable.
Sin embargo, nadie lo notó.
Pronto, llegó el médico de la familia.
Zoey se sentó con una mirada preocupada en su rostro. Después de que el médico examinara a Howard, preguntó con los ojos rojos —Doctor, ¿cómo está mi padre? ¿Está bien?
Al ver a la chica frente a él llorar, el médico se emocionó un poco. Aunque la familia Jules tenía tres hijos biológicos, ninguno de ellos era tan leal como su hermana adoptiva, Zoey.
Él respondió —No te preocupes. El señor Jules solo se desmayó porque estaba demasiado enojado. No es nada grave. Solo necesita descansar. Voy a recetarle algo de medicina para recuperar su energía. Solo tiene que tomarlas a tiempo durante dos días.
—Gracias, doctor —Zoey se secó las lágrimas.
No mucho después, Howard despertó.