Lo más importante es que llevaban pesadas provisiones en sus espaldas, así que realmente no podían caminar más.
Charles se quitó la mochila, sintiendo como si se hubiera descargado una montaña. Se sentó en el suelo y suspiró aliviado.
—Ugh, estoy tan cansado. Por fin puedo tomar un descanso.
Zoey sacó una botella de agua de su mochila y se la entregó.
—Gracias por tu arduo trabajo, Charles.
Al escuchar sus palabras, Charles sonrió feliz, como si hubiera recibido una recompensa. Dijo con satisfacción:
—No es nada. Soy tu hermano. No importa lo cansado que esté, es mi deber.
Nicolás y sus miembros del equipo también se detuvieron.
Todos comenzaron a montar las tiendas.
Era cierto que más personas significaban más manos. En poco tiempo, se habían montado varias tiendas.
Solo Lucila estaba caminando con una mochila ligera en la espalda.
Al ver esto, Zoey ofreció amablemente: