Punto de Vista de Emma
Me despertó un fuerte golpe en la puerta de entrada.
Abrí los ojos y gemí. ¿Qué hora era?
Parpadeé un par de veces y dejé que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad de mi habitación. La luz de la luna que entraba por mi ventana era lo suficientemente brillante como para mirar mi reloj. Eran las 11 p.m. ¿Quién vendría a esta hora?
Me quité las cobijas y caminé hacia la puerta de mi dormitorio. La abrí justo a tiempo para oír la voz de mi hermano.
—¿Logan? —dijo—. ¿Qué haces aquí?
—¿Dónde está? ¿Dónde está Emma? —preguntó Logan nerviosamente.
Su voz era el sonido más increíble que jamás había escuchado. Era como música para mis oídos. ¿Qué me pasaba? Nunca antes había sonado así. Debía de ser porque estaba cansada.
Pero sonaba frío, apresurado. No sabía por qué estaba preguntando por mí, pero tenía la sensación de que estaba en problemas. Pero yo no había hecho nada malo.
—¿Emma? —preguntó mi hermano—. ¿Está durmiendo? ¿Por qué?