—Necesito hacer una pausa rápida —dijo Chance.
—Solo nos estás retrasando. Además, ni siquiera pesas mucho —murmuró él.
—¿No? —preguntó ella incrédula.
—Supongo que pesas unas 130 libras? Más o menos —frunció el ceño pensativamente.
—¿Cómo adivinaste eso? —su boca permaneció abierta, lo que le hizo sonreír un poco.
—Bueno, aún así quiero caminar. Mis pies están casi dormidos —murmuró ella, intentando soltar su agarre sobre su cuerpo.
—¿Estás segura de que puedes seguir el ritmo? No voy a reducir nuestro paso solo por ti —él suspiró y la puso en el suelo suavemente, asegurándose de que estuviera estable antes de soltar.
—Estoy bien, Zack —ella rodó los ojos.
—Está bien, pero si luego me pides que te lleve otra vez, no lo haré —dijo Zack.
—¿Disculpa? No le pedí a nadie que me llevara. Incluso me pediste que me subiera a tu espalda —se defendió ella.
—Eso fue porque Chance se ofreció a llevarte —respondió él.