*Una semana después*
Freya:
Aunque los grifos se habían ido, nuestro nivel de estrés no había disminuido.
Había tanto por hacer cuando regresamos a la manada.
Por supuesto, primero tuvimos que dejar que nuestras madres lloraran por nosotros unos minutos. Luego mi papá se negó a dejarme ir —su lobo estaba enfadado y en modo padre sobreprotector.
Después de eso, tuve que lidiar con Zack, que básicamente se volvía loco cada vez que salía de casa.
Estábamos ocupados tratando de volver a la normalidad a la manada, así que estábamos constantemente en movimiento. Iba al hospital de la manada casi todos los días para ayudar y para que me extrajeran sangre que pudiera usarse para curar las lesiones más graves. Chance y Reece estaban ocupados asegurándose de que todos los miembros de la manada evacuados volvieran a salvo y que todos los arreglos funerarios estuvieran en orden para los guerreros de la manada que habían muerto la noche que desaparecí.