Tres meses después
FLASHBACK:
—No, no. ¡Mamá, lo siento! ¡Por favor! —suplicaba Seth, tratando de protegerse de sus implacables patadas.
La risa retumbaba desde arriba, la diversión escrita por todo su rostro. Otros se unieron a ella, divertidos por sus gritos de dolor y las súplicas para que se detuvieran.
Nunca lo hicieron, al contrario, intensificaron los golpes con cada grito. Para cuando terminaron, su labio estaba partido, sus ojos tan hinchados que apenas podía ver y su pequeño cuerpo cubierto de sangre.
Decepcionados de que no hiciera otro sonido, se fueron y atendieron sus propios asuntos. Mientras se iban, uno tras otro escupían y le lanzaban palabras. Palabras que se clavaban en su corazón y su alma excesivamente quebrada.
—No vales nada. ¡Es tu culpa que mi esposa haya muerto! ¡Es tu culpa! Espero que te mueras, pedazo de mierda —un hombre escupió y pisó su mano hasta que se oyó un crujido. Un leve gemido salió de él, su cuerpo entumecido por el dolor.