—¡Ethan! —chillé mientras sentía el sudor correr por mi cara, mi cabello pegándose incómodamente a mi piel mientras intentaba respirar a través del dolor. ¡Todo era culpa de mi maldito compañero! ¿Cómo se atrevió a ponerme en esta posición? —¡Ethan! —volví a chillar.
Nunca antes en mi vida esperé que mi futuro resultara como lo hizo. Era perfecto. Después de ser abandonada por mi familia cuando era poco más que una niña pequeña, me había preparado para una vida en soledad donde no tendría un compañero que me amara porque no lo merecía. Pero ahora... Ahora sabía cuán patéticos y verdaderamente horribles eran realmente mis padres. Claro, siempre los había detestado, y cada vez que el tema tabú surgía me negaba a llamarlos las personas que me habían dado a luz. No merecían decir que yo era su hija.