Ann fue despertada por un ligero golpeteo en la puerta y cuando abrió los ojos, la misma ola de agotamiento que la había envuelto antes, aún parecía posarse sobre ella burlonamente.
—¿Su alteza? ¿Está despierta? —La voz de Coral se filtró a través de las puertas.
—No. Siento como si nos hubiera atropellado un maldito camión. —Maeve murmuró mientras bostezaba y cerraba los ojos de nuevo.
—Sí, pasa Coral. —Ann dijo, ignorando la actitud gruñona de Maeve, y sentándose y sonriendo gentilmente ante la expresión nerviosa de Coral mientras entraba a la habitación con una bandeja de comida.
—Lo siento —se encogió de hombros apologeticamente—, aunque claramente odias ser mimada, vi a mi hermana pasar por un embarazo múltiple. Si no fuera por la comida que le llevábamos a escondidas durante el embarazo, habría pasado todo su embarazo en el hospital.