En el estudio de Lucian, la luz del sol se filtró a través de las cortinas delgadas, iluminando la habitación. En las sillas una frente a la otra, separadas por un escritorio con una pila de documentos organizados, Lilith y Lucian se sentaban, intercambiando silenciosa miradas.
Tras un largo momento de silencio, Lilith inhaló antes de comenzar.
—Esa mujer de antes... Era tu esposa, ¿verdad?
—No es muy cortés. Llámala gran duquesa —la mirada de Lucian se agudizó, su voz baja pero firme.
Con una risa seca, Lilith levantó una ceja.
—¿Es que no la odiabas a ella, a su reino y todo lo relacionado con ello? ¿Por qué el cambio repentino de tono conmigo, Lyon?
—Pensé que te dije que no usaras ese nombre, Lilith. Vayamos al grano —Lucian se recostó en su silla, cruzando los brazos, impaciente mientras esperaba.