Las cejas de NIX se juntaron irritadas.
—¿Por qué no? ¿Qué es ella para ti? ¿Por qué insistes en quedártela? ¿Por qué estás siendo egoísta?
—¡NO LO SÉ! —gritó Valeric, dándose la vuelta y golpeando la pared, haciendo un agujero—. No lo entiendo, pero no puedo hacerlo. Nunca podré dejarla ir. Ha sido así desde que sentí esa pequeña chispa el día que me crucé con ella. Te lo dije y-
—Son solo alucinaciones. ¡Despierta! Eres incapaz de tener una compañera, no puedes sentir una chispa, ni de nadie y menos de ella. Estás desesperado por ese sentimiento, y vas a perder la cabeza si sigues sumergiéndote en algo que no es real —le gritó Nix, frustrado.
—Él se acercó a él, diciendo —Han pasado treinta años, y nunca has sentido
—No me importa. —Valeric lo miró—. Ella es lo que quiero.
—¿Es esto deseo? —preguntó el hombre—. Si esto es deseo, entonces no tiene que ser ella.
—¡No lo entiendes! —Todo lo que quedó fue un escalofrío helado—. No es deseo, Nix.
—¿Entonces qué es? ¿Por qué la necesitas?
—Ese es el problema. Aún no lo sé. —Sus uñas inconscientemente estiradas se quemaron en sus palmas a través del guante de seda, sacando sangre—. No sé qué es lo que quiero de ella, pero no puedo dejarla ir. La necesito, y la protegeré. Haré lo que sea necesario y nunca dejaré que nadie le arranque ni un solo cabello de la cabeza, ni siquiera ese bastardo.
—Nix sacudió la cabeza, impotente. —Ella va a ser tu muerte, Valeric. Estás yendo demasiado lejos por ella, y no debería significar tanto para ti por ninguna razón. Ni siquiera puedes comprender qué diablos es lo que sientes. Solo estás siendo impulsivo.
—No sabes nada.
—¿No? —Él soltó una risa corta—. ¿Sabes qué? Está bien. Mantenla muy escondida, ya que estoy seguro de que él no lo sabe aún. Mientras no diga una palabra ni le diga al anciano, tú-
—Una mirada aguda y fría le atravesó el costado de la cabeza, y su rostro se quedó completamente en blanco.
—Díselo, Nix, y te arrepentirás.
—Oye, oye, oye, no soy yo de quien deberías preocuparte. ¡Es Selena! —Nix frunció el ceño—. Definitivamente no diré nada, eres mi mejor —bueno, eres mi hermano. Pero ¿qué hay de ella? ¿Qué pasará cuando ella descubra que tú-
—¿Descubrir qué? —La puerta de la oficina se abrió de golpe.
—Nix comenzó a sudar frío inmediatamente. Casi lo suelta todo ahí mismo. Ni siquiera podía parecer girarse para mirar a la persona.
Pero los ojos dorados de Valeric se levantaron para observar al intruso.
La mujer se paró, elegante en todas las formas y la perfección misma. Vestía un traje azul, finamente hecho que complementaba su tono de piel pálido, sus pantalones llegaban un poco más allá de su tobillo. Su cabello rubio se detenía alto sobre su trasero, sus bordes perfectamente recortados.
Ojos grises brillantes se movieron de Valeric a Nix y luego de vuelta a Valeric. Sus labios pintados de rojo estaban ligeramente abiertos. —¿Qué está pasando aquí?
—¿Qué haces aquí? —preguntó Valeric.
La mujer apretó los dientes y contuvo la respiración tanto como pudo para no perder los estribos. Era una omega pero una pura, a diferencia de Stella.
Nix miró entre los dos y dio un paso adelante. —Selena, ahora no es un buen momento para
—No te estaba hablando a ti —espetó la mujer, Selena, y se acercó a Valeric, deteniéndose apenas a su hombro. Tenía que levantar mucho la cabeza para encontrarse con su mirada. —Le estaba hablando a él.
Valeric levantó una ceja.
—¿Qué haces aquí?
Selena cerró los puños fuertemente, sus dedos clavándose en su palma. —¿Cuánto tiempo ha pasado? No hemos hablado, no me dices una palabra, eres frío conmigo, y ni siquiera harías algo tan simple como sostener mi mano, Valeric. ¿Y se supone que te vas a casar conmigo?
—¿Casarme contigo? —Su mano se deslizó hacia su bolsillo por su teléfono. —Quien quiera que te esté alimentando esa absurdidad debería detenerse. ¿Qué te hace pensar que alguna vez me casaría contigo?
—¡Hah! —rió Selena con una diversión seca, sus ojos recorriendo la habitación y fuera. —No sé cuántas veces tenemos que pasar por esto una y otra vez, pero sabes muy bien que te casarás conmigo, quieras o no. Ya está decidido.
Valeric caminó más allá de ella para salir de la oficina, pero ella agarró su mano enguantada, deteniéndolo. —¿Por qué estás peleando contra eso? ¿Crees que hay alguna omega por ahí que podría compararse conmigo? Fui elegida para ti, y soy elegida para ti después de tantas selecciones. No tienes opción, y no puedes
—¡Cállate! —espetó él en voz baja, sus ojos fríamente pasando sobre ella. —Me importa un bledo tú y puedes hablar por todos los que te importan. Inclinó la cabeza y la miró correctamente, sus ojos buscando ferozmente su rostro. —Nunca me casaré contigo, incluso si te arrodillaras suplicando. No me importa si tú eres lo que el anciano eligió, no es asunto mío sino su propio juego. Ahora, la próxima vez que irrumpas en mi oficina sin previo aviso, te arrepentirás. Sal.
—¿Por qué? ¿Por qué Valeric?
—No es que esa sea la razón —Él arrancó su mano de su agarre. —Pero tengo a mi es
—¡Ahhhh! —intervino Nix entre los dos, separándolos. —Lo que quiere decir es que tiene que estar en otro lugar. Nosotros... tenemos que estar en otro lugar.
—¿Verdad, Valeric? —Lo miró con una sonriza y le hizo una señal de cortar el cuello.