Cruza y estarás muerto!

VALERIC salió del baño, vestido con su ropa de dormir, su cabello un poco mojado y su media máscara colgando en su rostro. Se detuvo ante los pasos ruidosos y fuertes que se acercaban a la habitación, cada vez más y más sonoros.

Esperó y esperó, casi como si estuviera seguro de quién era, y en cuanto se abrió la puerta, Stella apareció en su campo de visión. Su cara estaba demasiado roja, sus manos empuñadas y lo miraba como si pudiera arrancarle la cabeza. Bueno, si tan solo fuera posible.

—¿Quieres matarme? —preguntó él—. Porque así es como lo miraba en ese momento.

—Oh, si pudiera, lo haría —siseó ella y se dirigió hacia él con paso firme—. ¿Le pediste a Maurene que mantuviera al gato abajo y en la casa del jardín?

—Sí —Valeric asintió con la cabeza.

—¿Por qué?

—No puede estar en esta habitación. No me gusta.

—Entonces, ¿por qué me conseguiste un gato? —Su cara gritaba incredulidad.

—Porque a ti te gusta.