DIEGO golpeó la mesa con sus manos.
—¿¡Selena!? —Valérico asintió.
—Entonces, ella quiere que te divorcies de tu esposa y te cases con ella. A cambio, no le dirá a nuestro padre —preguntó Nix.
Valérico asintió otra vez.
—¿Y vas a hacerlo?
—No.
—¡Por supuesto que no! —Diego hervía de ira con los ojos violeta llameantes—. Maldita sea, odio a esa perra.
—Modera tu lenguaje —Nix le lanzó una mirada desagradable.
—¡No me digas qué hacer!
Un gruñido bajo escapó de él, y tomó asiento al lado de Nix. —Hermano, ¿qué vas a hacer entonces con Selena? —Sus ojos brillaron—. Padre la respalda, así que no piensa que nadie puede lastimarla. Se le está subiendo a la cabeza.
Valérico tocó el lado de su cabeza, estudiando la expresión enfurecida en el rostro de Diego. —Su baile anual a la luz de la luna es pronto, ¿verdad?
—Mhm, en unas semanas —Nix asintió, apoyando un codo en la mesa.
—La llevaré al baile conmigo —dijo Valérico.