—No. Me gusta esa mirada furiosa en tu rostro —Valeric negó con la cabeza.
Stella fulminó con la mirada.
—¡Valeric! ¡Suéltame!
—Vaya, ¿así que tienes recursos, eh?
—¡Tú-!
—¿Dónde diablos aprendiste a pelear? Para alguien tan pequeño como tú, es sorprendente.
Ella estaba que echaba humo mientras todavía saltaba en un pie. —Voy a contar hasta tres, y si no sueltas-
El sonido del hombre riéndose para sus adentros hizo que su enfado ardiera todavía más.
—Lo digo en serio, Valeric. Suéltame.
—¿Te rindes?
—¡Maldito seas!
—Parece que todavía no estás lista para-
—¡Bien! Me rindo. Suéltame.
—Dilo otra vez —exigió Valeric.
—¿Qué? ¿D-decir qué?
—Que te rindes.
—¿Estás loco?
—Parece que no estás realmente lista para
—¡Me rindo! ¡Me rindo, me rindo, me rindo!
—Buena chica —Finalmente soltó su tobillo y se acercó para desordenarle el cabello—. ¿Cómo te sientes?