Concediendo su deseo

Al entrar Emily en la sala del trono, la mirada de Lennox la siguió con un aire de urgencia, y preguntó —¿Se ha enviado la carta?

Su voz era una mezcla cuidadosa de mando y preocupación. Emily se acercó en silencio, tomando asiento en la gran silla reservada solo para la Reina—un gesto tanto simbólico como agridulce.

—Sí —respondió Emily, su mirada fija en la expansiva entrada de la sala del trono—. La guardia va en camino para entregársela al correo real. A estas alturas, debería estar ya bien encaminada hacia el norte. Pero Lennox, ¿es realmente prudente aplazar la asamblea con tan poco aviso? Esta reunión tiene una gran importancia, casi tanta como la misión que te aparta del palacio. Los consejos están inquietos, por decir lo menos.