—Los ojos de Esme se abrieron de golpe y automáticamente se sentó en la cama, su respiración inestable mientras su sueño resurgía.
—Sus alrededores se volvieron borrosos mientras su mente luchaba por ponerse al día, y ya no había ruido de hojas, ni sonidos de ramas rompiéndose, ni árboles imponentes balanceándose sobre ella.
—En cambio, las familiares paredes de piedra de su cámara la encerraron una vez más.
—Presionó una mano contra su pecho, sintiendo el ritmo frenético de su corazón, antes de hundirse de nuevo en las almohadas. El alivio la inundó por oleadas, y cerró los ojos, aunque no podía entender completamente por qué se sentía aliviada.
—En el sueño, ella era literalmente un lobo, no podía haber confundido lo obvio.
—Para cada cambiante lobo, normalmente experimentan tener que sentir a sus lobos a través de sueños, reflejos en espejos o incluso destellos en el agua. Eran signos sutiles, pero innegables de que estaban cerca de manifestar un lobo.