—Ah, no esperaba que hicieras esa cara. Resulta que aún tienes otras emociones además de solo ira o estar patéticamente enamorado de Cisne —comentó Aria—. Ella estiró sus brazos—ya que tenía al menos diez brazos en este momento hacia él y dijo:
—Ven a mí, esposo. Sabes que no puedes vencerme no importa qué. Deberías rendirte ahora para que podamos empezar como una pareja casada con muchos hijos.
—Podrías haberme hechizado mil veces, y aún así elegiría a Cisne —declaró Gale.
—Por eso no planeo hechizarte. Te venceré hasta que te sometas, así serás mío, hihihihi —Aria se rió como una loca mientras el cristal de codicia empezaba a corroer su mente.
Gale estaba tan disgustado que sus ojos brillaron peligrosamente. Aria aún era vulnerable a esa mirada mortal porque los ojos de Gale no solo aplastaban un corazón, sino también un alma. Así que se cubrió los ojos con un brazo.