Margaret se volvió para mirar a la anciana. Y en su mirada, la instrucción fue clara.
La expresión de Brenda era seria mientras miraba fijamente a Margaret, negando con la cabeza sutílmente hacia ella. No era que no quisiera contarle a Arwen sobre su estado. Más bien era que no quería arruinar otra hermosa parte de su vida, dada las preocupaciones que solo la entristecerían.
Su felicidad ha llegado después de mucho tiempo y sabiendo todo lo que Arwen había sufrido, Brenda quería que ella abrazara la felicidad en lugar de las preocupaciones y la preocupación.
—Tía Margaret, te he preguntado algo —Arwen insistió nuevamente al ver a la señora dubitativa—. Por favor, dime qué le pasa a la abuela.