De vuelta en el coche, mientras Arwen terminaba el té, sonó su teléfono. Al ver el nombre de Aiden en la pantalla, contestó sin hacerlo esperar.
—Hola —dijo suavemente, pero no recibió respuesta incluso después de unos segundos. Frunciendo el ceño, apartó el teléfono para verificar si se había cortado la llamada cuando finalmente se escuchó su voz.
—¿Qué pasa? —preguntó él, su tono un poco más oscuro de lo habitual. —¿Alguien te molestó?
Arwen intentó relajarse mientras negaba con la cabeza. —No, estoy bien. Solo estoy de camino a casa. ¿Por qué llamaste de nuevo?
Hubo un breve silencio antes de que Aiden respondiera.
—Llamé para comprobar si llegaste bien a casa.
—Oh, todavía estoy en camino —respondió Arwen, su mirada fija en el camino vacío frente a ellos. —Dada la distancia, creo que tomará más tiempo de lo usual. Pero está bien —no te desveles por mí. Deberías descansar. Debe ser tarde donde estás.