Después de que Beca se fue, Catrin permaneció sentada durante mucho tiempo. Los camareros iban y venían, colocando los platos en la mesa en silencio antes de desaparecer en el fondo. Sin embargo, ni su presencia ni el aroma de la comida la sacaron de su silencio. Pasaron minutos, y luego una hora. Los platos permanecieron intactos. Y eventualmente, Catrin se levantó y se fue. Su expresión era ininteligible. Era difícil saber qué estaba pasando en su mente, pero seguramente algo había. El destello oscuro en su mirada era suficiente para evidenciarlo.
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