—Tío, si así es como vas a decidir las cosas, entonces creo que incluso nosotros tenemos que mantener la formalidad.
Aunque el tono seguía siendo tan cortés como siempre, la amenaza debajo de él era imposible de ignorar.
La mirada afilada de Morgan se dirigió a quien había hablado, su fría mirada portando un peso que podía hacer temblar a cualquiera. No dijo una palabra, pero la intensidad pura de sus ojos fue suficiente para provocar escalofríos en la sala.
William, de pie en silencio al lado, chasqueó la lengua, sacudiendo la cabeza internamente. Algunas personas realmente no saben cuándo detenerse.
El pariente dudó bajo la mirada penetrante de Morgan, pero luego, armándose de valor, reunió toda su confianza y continuó: