Hubo una pausa… Una larga. Ninguno de los dos habló. Era difícil para Arwen descifrar lo que Aiden estaba pensando al otro lado de la llamada. Quería quejarse —preguntarle por qué no había compartido sus luchas. Pero, al fin y al cabo... él nunca le había ocultado nada. Lo había dicho todo. ¿Podía realmente acusarlo de hacerlo ahora?
Quería estar enojada con él. Pero ¿cómo podía estarlo, cuando él aún se tomaba el tiempo para verificar cómo estaba ella cada día, incluso cuando apenas tenía tiempo para él mismo?
Su corazón se ablandó.
Entonces, en lugar de quejarse, en lugar de enfadarse, eligió un enfoque diferente. Mientras el silencio se alargaba entre ellos, finalmente respondió a la pregunta que había planteado.
—La mejor manera de ocultar algo… es no esconderlo en absoluto. —Su voz era suave pero firme—. Pero aun así, eso no cambia nada. Porque al final, nada se oculta para siempre. Lo sabes, ¿verdad?
Aiden murmuró suavemente desde el otro lado: