Las coincidencias no se repiten.

Aunque Arwen se había dado cuenta de que había despertado de una pesadilla, todavía estaba aturdida, tratando de asimilar todo lo que veía y todo lo que sentía.

La sensación era surrealista...

No podía diferenciar entre la realidad y el sueño. Todo parecía estar ocurriendo de verdad.

Sus sentidos solo se sacudieron al escuchar a Gianna preguntar desde el lado.

—Wenna, ¿viste a mi tío dejándote en tu pesadilla? —su voz aún estaba impregnada de preocupación.

Arwen la miró, un poco confundida.

Cuando Gianna atrapó la expresión de desconcierto en su rostro, rápidamente explicó:

—Cuando despertaste, gritaste: «¡Aiden, no te vayas! ¡No me dejes!». Entonces, ¿fue él a quién viste en tu pesadilla? —preguntó.

La confusión de Arwen se profundizó, no porque no entendiera de qué estaba hablando Gianna. Entendía lo que quería decir... pero no entendía por qué llamó el nombre de Aiden cuando claramente no lo había visto en su sueño.