Bryn no se molestó. Simplemente se sirvió otra bebida y se recostó contra el sofá, bebiendo con tranquilidad.
—Su máquina debe estar defectuosa. Cámbiela y pásela de nuevo.
El gerente no estaba listo para creerle. Sin embargo, dada la confianza con la que hablaba el chico, vaciló. Haciendo un gesto a un empleado al costado, le pidió que trajera otra máquina de tarjetas. Y pronto, el personal trajo otra máquina.
El gerente intentó pasar la tarjeta de nuevo. Pero una vez más se notificó lo mismo.
—Señor, muestra lo mismo. Su tarjeta está siendo rechazada por saldo insuficiente.
—Y le dije, su máquina está defectuosa. Consiga la correcta.
Las palabras de Bryn estaban llenas de arrogancia.
—Señor, me temo que la máquina está bien. Hay algo mal con su tarjeta —dijo el gerente, ya perdiendo la paciencia—. Sería mejor que cambie el modo de pago o utilice otra tarjeta diferente.
Bryn se rió como si hubiera escuchado un chiste.