Se ven perfectos juntos.

No fue una confesión de amor, pero se sintió como una —cada palabra impregnada de significado, de promesa.

Ella no había dicho «Te quiero».

Pero la promesa de toda una vida que hizo fue suficiente para eclipsar todo lo que no dijo.

La respiración de Aiden se detuvo en el momento en que la escuchó.

Sí, él había dicho antes que no necesitaba un anillo para sentirse seguro —que mientras ella permaneciera a su lado, era suficiente.

Pero eso nunca significó que no lo deseara.

Él lo hacía. Profundamente. Silenciosamente. Siempre.

Simplemente había aprendido a no esperar demasiado.

Porque amarla significaba aceptar la realidad en la que ella fue arrojada —una realidad donde ella había olvidado su pasado, los recuerdos que una vez compartieron, el vínculo que una vez fue inquebrantable.

Esperar algo de ella cuando no recordaba nada de lo que una vez fueron… hubiera sido egoísta.

Y si había algo que se negaba a ser con ella —era egoísta.

Pero ahora…