Permíteme quedarme.

—¿Qué harás si algún día me olvido de ti? ¿Olvido todo lo que compartimos ahora? ¿Me odiarás?

Él todavía no ha olvidado sus preguntas de esa noche.

Continuaban resonando en su mente —atormentándolo, inquietándolo, asustándolo. Todos los días. Todas las noches.

—¿Podría esto estar relacionado?

—¿Ha comenzado ella a sospechar de algo?

—¿Qué pasa? —preguntó Jacob, percibiendo el cambio en su amigo—. ¿Hay algo?

Aiden lo miró, considerándolo por un momento, luego negó con la cabeza.

—Lo investigaré —dijo en voz baja.

Jacob entrecerró los ojos, claramente no convencido. Pero no insistió. Conocía a Aiden lo suficiente como para reconocer cuándo el hombre había cerrado la puerta a una conversación.

—Está bien —dijo Jacob, asintiendo—. Solo avísame si surge algo. Compartir no siempre es una debilidad. Somos amigos, Aiden. Estamos destinados a ayudarnos mutuamente.

Sus palabras fueron solo un recordatorio que Jacob pensó Aiden necesitaba.