Asher parecía sorprendido de verlo tan cerca, deshaciendo cuidadosamente las esposas de sus muñecas sin ensuciarse de sangre.
—No me importa la sangre —soltó Caspian. No sabía por qué sentía la necesidad de decir eso.
Realmente no le importaba, no se mareaba y ya sabía lo que hacía Asher, presenciar al Rey de la Mafia matar gente no era realmente tan sorprendente.
Asher desvió la mirada hacia él, quitando las esposas y lanzando las ataduras metálicas por encima de su hombro, llaves y todo.
—Vamos a llevarte de vuelta a la mansión.
Caspian siguió obedientemente, era extraño que Asher estuviera tan silencioso. Incluso cuando pensaba que su secreto estaba perfectamente seguro, no había esta muralla insuperable entre ellos.
Dejaron atrás la masacre que Asher había creado, saliendo al fresco y frío aire nocturno.
Subió al coche cuando Asher le abrió la puerta del pasajero, la curiosidad le carcomía.