Hubo un educado golpe en la puerta en ese momento, la luz del sol entraba a raudales.
Caspian dormía profundamente y Asher no quería despertarlo, pero deseaba poder hacerlo más cómodo.
—¿Qué? —espetó, deseando que sus manos estuvieran libres para tapar a Caspian.
Sus cuerpos todavía estaban calientes del acto de amor pero eventualmente se pondría muy incómodo.
El calor punzante que venía con su celo había desaparecido también, y se preguntó si era porque había tenido un brote poco tiempo atrás.
—¿Está Caspian bien? —la voz amortiguada de Jael llegó a través de la puerta.
—Entra con una manta y con los ojos cerrados —ordenó Asher de mala gana.
No tenía muchas opciones en su posición actual que no involucrasen despertar a Caspian.
Jael se quedó en silencio y él esperaba que su segundo en comando se revelara o, como mínimo, entrara disparando. Pero en cambio se quedó quieto unos minutos y luego volvió a golpear educadamente la puerta, —Voy a entrar.