Lake miró de reojo a Davian, quien había estado enfurruñado durante el almuerzo.
Finalmente habían llegado a un acuerdo de algún tipo, y no quería arruinarlo señalando el obvio mal humor del Alfa.
En lugar de eso, trató de encontrar una manera de apaciguarlo, para que la próxima vez que necesitara salir de la mansión, no fuera imposible.
—¿Tienes planes para la cena? —preguntó de manera inocente.
—Estaba pensando en cocinarnos algo —gruñó Davian, dando una respuesta a pesar de estar molesto.
—No sabes cocinar —Lake señaló lo obvio.
—No puede ser tan difícil seguir una receta —Davian se aclaró la garganta.
—No me importa cocinar
—No —dijo Davian con tono inexpresivo.
Era la única cosa en la que se negaba a ceder y, honestamente, a Lake no le importaba. Después de todo, solo eran ellos dos, no tendría que hacer mucho.
—Entonces, ¿por qué no salimos a comer? —sugirió.