-Capítulo 304-

—Hola —preguntó Lake inocentemente, como si el Omega no hubiera estado aumentando constantemente su presión arterial toda la noche.

—¿Estás en el camino?

—Sí, estoy casi en la mansión.

—¿Necesitas que te recoja?

—Ahora cuelgo, estoy conduciendo —dijo Lake apresuradamente, haciendo sin piedad lo que dijo que haría.