Lake observó lo que claramente parecía una caja de joyas, era casi como si Davian pudiera leer su mente.
—Gracias —aceptó el regalo inesperado con una sonrisa.
Sus suaves ojos marrones estaban fijos en la espalda de Davian mientras El Alfa atravesaba la puerta de conexión para terminar de vestirse, olvidándose momentáneamente de la caja en sus manos.
Dentro de la pesada caja había un montón de joyas pero el objeto que primero captó su atención fue una diadema de oro macizo con gemas negras incrustadas, parecía una corona.
A Lake le resultaba difícil sonreír, preguntándose por qué últimamente era tan propenso a las lágrimas, raramente lloraba antes, tal vez era el bebé.
—¿Cómo había conseguido Davian obtenerlo en tan poco tiempo? Habían ido a la tienda justo el día anterior.
La diadema era delicada pero pesada, la punta de su nariz se había puesto roja suave mientras se la ponía en el cabello.