—Realmente sobreestimas mis capacidades, Rey de la Mafia Asher —dijo Lake con ligereza—. No creo que pueda convencer a Davian de hacer nada.
Pero incluso al decir eso, estaba claro que él tampoco creía sus propias palabras.
—Claro —dijo Asher planamente, claramente tampoco creyéndole.
—Asher —interrumpió Caspian en su conversación—, ¿puedo inscribirme en una clase de cocina? —preguntó con ojos de ciervo.
—Dices eso como si pudiera detenerte —murmuró Asher, pasándose una mano por el cabello.
Caspian brilló y se disparó de vuelta al lado de Davian. —¿Dijiste que vas a una clase esta tarde? ¿Puedo ir contigo?
A Lake no le importó ni un poco que su amigo lo hubiera abandonado para hablar de cocina con Davian, era algo que ambos amaban hacer, y era reconfortante observarlos.
—No te hice desayuno —dijo Davian planamente mientras servía la comida, señalando a Asher con una cuchara grande.