Rosie condujo con cautela hasta el estacionamiento del casino del Rey de la Mafia Nikolai, nadie la detuvo mientras lo hacía, y aunque lo esperaba, se movió con cuidado.
Muy pocas personas sabían que ella trabajaba de cerca con Lake y Davian después de todo.
Su cabello rojizo estaba prolijamente recogido como siempre, con dos mechones laterales enmarcando su rostro. Rosie salió del coche con su bolso y su confiable tableta digital.
Llevaba tacones y unas medias pantis debajo de su falda corta, caminando con confianza a través del asfalto. Los porteros en la entrada la enfocaron en cuanto se acercó, captando de inmediato que no era parte de la clientela habitual.
Rosie fue educada, pero no sonrió al hablar. —Llévame ante el Rey de la Mafia Nikolai, tengo un mensaje del Rey de la Mafia Davian —dijo sin alterarse.