+Capítulo 411+

Silvia estaba calmada sentada cuando la puerta de su oficina fue derribada, levantando la vista con una expresión aburrida mientras el Rey de la Mafia entraba como si fuera el dueño del lugar.

Lo que Nikolai nunca sabría era que ella necesitaba hacer un esfuerzo sobrehumano para mantener su fachada, sentía como si su corazón se partiera en dos. Si Nikolai estaba aquí, aparentemente en perfecto estado excepto por el vendaje en su cara, entonces Ángelo debía estar...

No podía ni siquiera pensar en ello, su respiración se volvía irregular, sus manos temblaban, lo cual intentaba ocultar bajo el escritorio.

—Tus manos donde pueda verlas, Silvia. —dijo Nikolai lentamente, invitándose a sentar.

Silvia quería maldecirlo por escoger el sofá de la esquina de Angelo a pesar de todas las otras sillas disponibles, pero había al menos diez hombres en su oficina, y todos ellos tenían sus armas apuntándola. Estaría muerta antes de que la primera palabra saliera.