Cordón de Plata

A medida que la oleada inicial de alegría fue disminuyendo gradualmente, Rosalía se encontró fijada en la amplia espalda de Damián mientras él la guiaba hacia su dormitorio. Un sentido de conflicto comenzó a gestarse dentro de ella. Lógicamente, podría haber sido más prudente preocuparse por los celos irrazonables del Duque. Sin embargo, por más que lo intentaba, ella aún no podía suprimir sus propias intensas emociones.

—Hoy ha sido un día bastante peculiar. Creo que he vislumbrado más de las emociones de Damián en un solo día de lo que he visto en los últimos dos meses combinados. Se siente extrañamente reconfortante y excepcional. —Continuó reflexionando mientras caminaban, sus pensamientos derivando hacia un reino más contemplativo.

—Quizás, al menos por esta noche, puedo permitirme disfrutar de estos sentimientos. Después de todo, ¿quién puede predecir si alguna vez saborearé tal dicha otra vez?