Damián abrió cuidadosamente el sobre blanco, que estaba adornado con una delicada cinta de seda rosa. Extrajo una hoja de papel cuidadosamente doblada, cuyo tenue pero distintivamente familiar aroma aún se percibía. Con ternura, pasó su dedo índice por las plumas del halcón mensajero, ofreciéndole una caricia afectuosa antes de sumergirse en el contenido de la carta.
—Querido Damián,
Confío en que esta carta te encuentre en buen estado de salud. Por favor, acepta mis más sinceras disculpas por el retraso en mi respuesta; el peso de numerosos deberes y responsabilidades recientemente ha pesado mucho sobre mí. Me consuela las breves noticias del frente, que han transmitido la reconfortante noticia de estabilidad en el Norte y, lo más importante, tu bienestar ileso.