—Cuñada, la comida que haces es realmente deliciosa.
—Cuñada, sabes tantas cosas.
—Cuñada, este lugar es tan bullicioso.
—Cuñada, ¿de dónde eres, cuándo me llevarás allá?
—Cuñada...
Una y otra vez, la voz de Mei Xi me rodeaba.
En mi sueño, Shen Li jadeaba por aire, agarrando la delgada manta con fuerza, su cuerpo temblando ligeramente, el sudor frío casi empapando las sábanas. Gritó fuertemente: "Mei Xi, Mei Xi..."
En la oscuridad de la noche, la cara de Mei Xi emergió de las sombras, con los ojos rectos, abiertos, sin vida, y un cuerpo carbonizado.
—Cuñada, duele tanto, el fuego me está quemando tan dolorosamente...
—Cuñada, sálvame...
—¡Ah!
Con un grito desgarrador, Shen Li despertó de su sueño, el sudor frío corriendo por su frente.
Mei Xi, Mei Xi...
Así..., una Mei Xi que era como un gran perro...
Lanzado a un gran fuego, incluso su cuerpo ya no era visible.