La temperatura en Isla Nocturna era muy baja por la noche, con el viento helando hasta los huesos.
Huo Siyu salió por la puerta trasera del salón y vio a Shen Li después de unos pocos pasos.
La clara luz de la luna se derramaba sobre Shen Li como agua, sus hombros temblando, su rostro surcado de lágrimas; la máscara había caído al suelo, y su cara estaba empapada de lágrimas.
No muy lejos de ella, seis cuerpos yacían, su sangre fluyendo hasta sus pies.
—Huo Siyu...
El tenue llamado parecía tomar toda la fuerza de Shen Li, su cuerpo tambaleándose como si estuviera a punto de desmayarse.
Su rostro, lleno de pena rayando en la desesperación, parecía aún más lastimoso.
Huo Siyu no lo pensó dos veces antes de abrazarla, sosteniéndola firmemente en sus brazos. Le acarició suavemente la espalda y susurró consoladoramente en su oído, —Estoy aquí, no tengas miedo.
Su cuerpo estaba helado, emanando olas de frío.