Tres tazas de té fragante, la habitación se llenó con su aroma.
El mayordomo fue muy cuidadoso, no se atrevió a dejar que las criadas sirvieran el té, sino que lo hizo él mismo, llevando la bandeja y colocando el té, preparado según el gusto de cada persona, frente a los tres invitados.
Paz, silencio y tristeza se difundieron lentamente por la sala de estar.
—¿Cómo has estado últimamente? —preguntó Rong Hua con suavidad, mirando directamente a Huo Siyu con un par de ojos negros que parecían teñidos de un atisbo de tristeza.
Huo Siyu permaneció en silencio, solo mirando a Rong Hua, una traza de confusión surgiendo en su corazón.
¿Qué hacía ella aquí?
Huo Tianqi no tenía la diplomacia de Huo Siyu, directamente se burló:
—Todos estábamos muy bien antes de que vinieras.
Huo Siyu miró a Huo Tianqi, señalándole que por ahora se contuviera, luego habló cortés pero distante:
—La señora ha venido sin avisar. ¿Hay algo que necesite?