Dongfang detuvo el coche, y Shen Li salió. Su expresión era casual y relajada, su rostro aún mostraba una leve sonrisa; incluso aunque su ropa no era del todo apropiada para la temporada, su comportamiento seguía siendo adecuado, sin una pizca de restricción. Luego, sin dudarlo, caminó lentamente. Sus pasos no eran ni rápidos ni particularmente gráciles. A gusto, no, incluso podían describirse como afables.
—¿Estabas esperándome? —preguntó Shen Li con una sonrisa.
El viejo asistente se sorprendió un poco; Dongfang había ayudado a Shen Li a evitar algo, lo sabía. Pensó que estaría asustada, pero después de salir del coche, Shen Li logró comportarse de manera tan… adecuada. Sí, adecuada. Ni ostentosa ni demasiado modesta, su naturaleza casual era justa. Esta impresión era incluso mejor que la de un comportamiento noble o de dama.