En ese mismo momento, todos los sentidos de Serafina parecían haber cesado sus funciones. Pillen aún la observaba desde el costado cuando ella rápidamente tomó su mano en sorpresa.
—¡Madame!
La aguda aguja había perforado su mano sin misericordia antes de que la sangre comenzara a brotar. Mientras la sangre corría desde el cuerpo de aquella fina aguja, Pillen inmediatamente retiró la aguja de su mano.
—Es peligroso. Así que sería mejor que postergaras el bordado por ahora.
—¿Quién está aquí, Lili?
La sangre ya no tenía importancia en la mente de Serafina. Por otro lado, la voz de Lili se desvaneció cuando se percató de que Serafina estaba siendo ligeramente inusual.
—Bien, el Conde Alaric está aquí para verte.
Una vez que se mencionó el nombre de su padre, Serafina sintió de inmediato que su corazón ya se había hundido y destrozado. Logró cerrar sus labios temblorosos firmemente, pero aún así no pudo evitar que la punta de sus dedos se tornara blanca.