Viajando

—Es el pavo real el que baila, querido Kelin —dijo suavemente, colocando una mano tranquilizadora en el hombro de Kelin.

—Y no te burles de mi pequeñín, Raven —añadió—. Sabes que está aprendiendo —Su voz era suave, pero la mirada en sus ojos decía que lo decía en serio.

—Está bien, está bien —dijo, levantando las manos en señal de derrota fingida—. No más bromas. Solo quería ver cuánto sabe mi chico.

Aliviado, Kelin soltó un pequeño suspiro y, sin perder el ritmo, corrió al lado de su madre, rodeando su cintura con los brazos y anidando su cabeza en su regazo. Le lanzó a Raven una mirada de reojo como diciendo: "¡Aquí estoy a salvo!"

—¿Ves? Estás haciéndolo muy bien, mi chico listo —susurró suavemente, ganándose una sonrisa orgullosa de él.

—¿Podemos ver algún día un pavo real bailando, mamá? —Aria, que había estado observando con grandes ojos curiosos, aplaudió.