El gran día había llegado al fin, la boda de Morin Yalliny, hijo del estimado Duque Yalliny, y su novia, Vixen Kedvik, hija del noble Marqués Kedvik.
Cada detalle había sido meticulosamente planificado, y se notaba. La finca de la familia Yalliny era un espectáculo digno de ver, adornada con decoraciones intrincadas que brillaban bajo el sol de la mañana, lanzando un brillo regio sobre todo el lugar.
Arreglos florales impresionantes bordeaban los caminos, cada pétalo cuidadosamente elegido reflejaba los colores de ambas familias. Invitados de familias nobles de toda la región se habían reunido, cada uno ataviado con su mejor vestimenta, ansiosos por presenciar la unión de dos poderosas familias.
Las filas de asientos alineados en el césped exuberante y extenso, donde la nobleza elegantemente vestida tomaba sus lugares, intercambiando miradas y susurros mientras esperaban la gran ceremonia.