Punto de vista de Luna
Él se separó del beso, sus ojos se abrieron ampliamente sorprendidos.
—¿Qué estás haciendo ahora mismo? —preguntó Dominick, su voz una mezcla de confusión y preocupación.
—Yo... no lo sé —confesé, sintiéndome desorientada.
—Luna, ¿qué pasa con Alen? Es tu novio, ¿recuerdas? —me recordó Dominick.
—¡Lo sé! —suspiré, sintiendo una ola de culpa—. No debería haberlo ilusionado.
—Luna, ¡pensé que te gustaba! —el tono de Dominick era incrédulo.
—Sí —admití—, solo que no siento lo mismo que siento por ti —finalmente confesé.
Dominick se sorprendió por mis palabras, su expresión una mezcla de sorpresa e incertidumbre.
—Sabes que no podemos estar juntos —dijo Dominick, su voz cargada de restricción—. Por tu bien.
—Eso es una mierda —maldije en voz baja, sorprendiéndolo—. No soy la flor frágil que piensas que soy, Dominick. Soy una mujer adulta. Puede que no sea Sol, pero haría cualquier cosa por ti.