Punto de vista de Luna
—¿De verdad estás bien? —me preguntó Dominick por centésima vez, pasando sus dedos por mi cabello—. Estoy bien, Dominick, lo juro. Estoy solo un poco conmocionada.
—¿Quiénes diablos eran esas personas? —se preguntó en voz alta, echando la cabeza hacia atrás frustrado—. No puedo creer que tuvieran el atrevimiento de intentar meterse con mi esposa.
¿Acaba de llamarme su esposa? Mi estómago explotó en mariposas, pero recordé lo que Sol me había dicho.
—¿Qué pasa? ¿Por qué frunces el ceño? —su mirada curiosa buscaba una respuesta en mi rostro, pero la oculté con una sonrisa.
—No es nada, solo estoy un poco cansada.
No estaba convencido, pero asintió. —Está bien, te dejaré descansar, pero juro que llegaré al fondo de esto.
—Gracias, Dominick —me puse de puntillas y le di un suave beso en los labios antes de poder alejarme; él me atrajo más hacia su pecho.