—¿Qué demonios le pasó a tu mano? —preguntó Damian, tomando asiento frente a mí.
—Pregúntale a tu maldito hermano —murmuré por lo bajo, ajustando cuidadosamente el vendaje.
—Espera, ¿te refieres a Dominick? —Damian alzó una ceja divertido—. Pensé que él era tu príncipe azul.
—Olvídalo. No tienes idea de lo que está pasando.
—Entonces dímelo —gruñó Damian frustrado—. Parece que todos me quieren dejar a oscuras.
—¿Manteniéndote a oscuras?
—Sí —asintió—. Anoche, vi a mi padre irse con algunos de sus hombres, y aún no han vuelto. Y ahora, apareces tú aquí.
—No sé de qué estás hablando.
—Corta el rollo, Sol —rodó los ojos—. Sabes algo. Además, ¿dónde demonios está Dominick, eh? ¿Y por qué chingados te lastimó?
—Estás exagerando —sacudí la cabeza—. Dom y yo solo tuvimos una pequeña discusión, y me caí. Eso es todo.
—No parece "solo una pequeña discusión" para mí —replicó Damian, estrechando la mirada—. Sabes, Sol, puedes confiar en mí. Si algo no está bien, quiero ayudar.